Importancia del Ejercicio en Cáncer de Mama
El cáncer de mama es el tipo de cáncer más frecuente en la mujer, entre un 20%-30% de las mujeres lo padecen siendo la primera causa de muerte por cáncer en mujeres.
Se presenta mayormente en mujeres de 50 años aunque aproximadamente el 6% se diagnostica en mujeres menores de 35 años.
TRATAMIENTO.
El tratamiento del cáncer de mama puede involucrar tratamientos localizados que incluyen cirugía y radioterapia; y tratamientos sistémicos: terapia endocrina y quimioterapia que consiste en el uso de drogas citotóxicas para dañar el material genético de las células neoplásicas e impedir su replicación. La quimioterapia no es selectiva, es decir, no sólo afecta a células tumorales, sino que también a células normales, especialmente aquellas de rápido crecimiento, como las de cabello, piel, uñas, mucosas y glóbulos blancos, entre otras, lo cual genera efectos secundarios en el tejido normal. El tratamiento puede durar hasta por un año y aunque son generalmente bien tolerados, existe un riesgo, inferior a 5%, de falla cardiaca.
El tratamiento del cáncer de mama es intenso y prolongado lo que afecta negativamente la calidad de vida de las personas supervivientes al cáncer de mama. La severidad y la duración de los síntomas dependen del tipo de tratamiento. Otros factores que afectan la calidad de vida del paciente son las secuelas propias de la enfermedad y factores ambientales como la alimentación inadecuada y el sedentarismo que pueden generar alteraciones a nivel fisiológico y psicológico.
SECUELAS.
Las intervenciones terapéuticas pueden causar efectos secundarios agudos o a largo plazo, que tienden a disminuir la capacidad funcional y reducir la calidad de vida de los pacientes con cáncer.
La radioterapia y quimioterapia dañan tejidos sanos y pueden asociarse a trastornos cardíacos que por consiguiente afecta la capacidad aeróbica de las mujeres.
Los efectos secundarios del tratamiento son fatiga, dolor, cardiotoxicidad, toxicidad pulmonar, neuropatía periférica, cambios cognitivos, infertilidad, menopausia precoz, cambios de peso corporal, alteración de la densidad mineral ósea, cambios musculoesqueléticos, daño en la función inmunológica, linfedema , cambios gastrointestinales, somnolencia, ansiedad y estrés emocional.
La fatiga afecta al 96% de las pacientes que reciben quimioterapia y 78-100% de las que han recibido radioterapia, por otro lado, aproximadamente el 48% presenta síntomas de depresión y ansiedad.
Entre los efectos secundarios más relevantes en aquellas mujeres que deben ser intervenidas quirúrgicamente, encontramos que entre el 16 y el 43% sufren limitación funcional en el hombro, inflamación, dolor o reducción de la fuerza y la flexibilidad en el miembro superior hasta un año después de la operación. Esto dificulta el retorno a las actividades de la vida diaria de la paciente, lo que se traduce en un abandono de la actividad física, mayor fatiga, pérdida de masa muscular y descalcificación ósea.
Debido a todos los efectos secundarios causados por la enfermedad y el tratamiento es importante mejorar y mantener la funcionalidad lo mayormente posible. El ejercicio físico como tratamiento complementario para el cáncer de mama es eficaz para mejorar las capacidades funcionales y la calidad de vida de la mujer con cáncer de mama.
EFECTOS DEL EJERCICIO FÍSICO EN EL CÁNCER DE MAMA.
El ejercicio se define como una actividad física realizada de manera dosificada y sistemática, es decir, con una frecuencia, intensidad, duración y modo específico, con el propósito de mejorar variables de salud asociadas a la condición física. Para mejorar estas variables existen varios métodos de entrenamiento tales como aeróbico, resistencia y flexibilidad.
El ejercicio físico es factible y seguro de realizar durante el tratamiento y post tratamiento oncológico, cabe destacar que el ejercicio físico como tratamiento global a la hora de trabajar con pacientes de cáncer de mama es una forma económica, útil y efectiva de poder mejorar de forma integral la calidad de vida de las mujeres afectadas atendiendo a aspectos de ámbito psicológico, físico y social.
Varios estudios han demostrado que el ejercicio físico durante y después de las sesiones de quimioterapia protege el sistema cardiovascular de los agentes tóxicos quimioterapéuticos, tiene efectos positivos sobre la función biológica y cardiopulmonar, la masa corporal grasa, la insulina, la densidad mamográfica, así como el aumento de la función inmune y la mejora de los sistemas de defensa antioxidante.
DURANTE EL TRATAMIENTO.
El ejercicio crónico personalizado mejora la percepción de la fatiga, que a menudo afecta a las mujeres que reciben tratamiento para el cáncer de mama.
El ejercicio de resistencia y el ejercicio aeróbico supervisado en pacientes que se someten a quimioterapia induce mejoras en la funcionalidad física, mantiene el rendimiento cardiovascular, facilita la reincorporación precoz a la actividad laboral y se asocia a menor incidencia de náuseas, vómitos y dolor.
El entrenamiento de fuerza es efectivo para mejorar las capacidades musculares en especial para mejorar la asimetría funcional que puede presentarse en la musculatura del hombro y el codo en pacientes sometidos a mastectomía y el entrenamiento de resistencia es efectivo en el control de la fatiga y mejoría de la calidad de vida durante el tratamiento de quimioterapia, sin aumentar el riesgo de linfedema, ni dolor muscular por el esfuerzo al ejercicio resistido.
EN SUPERVIVIENTES DEL CÁNCER DE MAMA.
En pacientes supervivientes de cáncer de mama el ejercicio físico está ampliamente recomendado ya que mejora la calidad de vida y aumenta la sobrevida. El aumento de peso es un efecto adverso común de los tratamientos neoplásicos y se acentúa en sobrevivientes que presentan bajos niveles de actividad física. Pacientes con sobrepeso u obesidad al momento del diagnóstico o con ganancias de peso importante durante el tratamiento presentan menores tasas de sobrevida por lo que es importante implementar en medida el ejercicio físico ya que modula el nivel de estrógenos, disminuye la resistencia a la insulina y la hiperinsulinemia, factores que influyen en la sobrevida.
Un estudio realizado en 3.000 sobrevivientes de cáncer de mama sugiere que niveles altos de actividad física disminuyen el riesgo de recidiva y mortalidad por la enfermedad. Se observó mayor beneficio en las mujeres que caminaban entre 3 y 5 h por semana.
La prescripción del ejercicio físico en pacientes con cáncer de mama debe ser individualizada tomando en cuenta la capacidad física y los efectos secundarios tanto del tratamiento como de la enfermedad. Se debe considerar el tipo de ejercicio, la intensidad, duración, frecuencia y progresión del ejercicio de acuerdo a cada caso. previo a la prescripción del ejercicio es necesaria una valoración y se debe tener cuidado en pacientes que estén recibiendo quimioterapia con probables efectos colaterales a nivel cardio-pulmonar, y en aquellos que presentan etapas avanzadas de la enfermedad.
Referencias. Casla Barrio, S., Sampedro Molinuelo, J., López Díaz de Durana, A., Coterón López, F. J., & Barakat Carballo, R. O. (2012). Cáncer de mama y ejercicio físico: estudio piloto. Revista Andaluza de Medicina del Deporte, 5(4), 134-139. https://doi.org/10.1016/s1888-7546(12)70021-7 Fernández Ortega, J. A., & de Paz Fernández, J. A. (2016). Effects of a combined strength and high-intensity aerobic exercise program in breast cancer survivors: A pilot study. Apunts. Medicina de l’Esport, 51(189), 3-12. https://doi.org/10.1016/j.apunts.2015.10.003 Ramírez, K., Acevedo, F., Herrera, M. E., Ibáñez, C., & Sánchez, C. (2017). Actividad física y cáncer de mama: un tratamiento dirigido. Revista médica de Chile, 145(1), 75-84. https://doi.org/10.4067/s0034-98872017000100011
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