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Diana Quijano

Efectos de las emociones sobre el sistema musculoesquelético.


Las emociones son reacciones psicofisiológicas de las personas ante situaciones relevantes desde un punto de vista adaptativo, tales como aquellas que implican peligro, amenaza, daño, pérdida, éxito, novedad, etc. Estas reacciones son de carácter universal, bastante independientes de la cultura, producen cambios en la experiencia afectiva, en la activación fisiológica y en la conducta expresiva.


Las emociones se acompañan de respuestas autónomas, endocrinas y somáticas que dependen de regiones del sistema nervioso central como la amígdala, el tronco cerebral y el hipotálamo; podemos dividirlas en emociones positivas y emociones negativas, ambas están vinculadas a la contribución o agravamiento de diferentes enfermedades, que lleva a su vez a la aparición o exacerbación de distintos síntomas, especialmente el dolor.


La influencia de las emociones negativas sobre el bienestar integral depende de la subjetividad de cada persona, y de su forma de sentir el mundo, sin dejar de lado la individualidad de los procesos mórbidos con sus matices biológicos, psicológicos y sociales. El miedo, la ansiedad, la ira, la tristeza, la depresión y el asco son reacciones emocionales básicas que se caracterizan por una experiencia afectiva desagradable o negativa, las tres primeras son las emociones más estudiadas en relación con el proceso salud-enfermedad. Estas reacciones tienen una función preparatoria para que las personas puedan dar una respuesta adecuada a las demandas del ambiente, son respuestas adaptativas para el individuo. Sin embargo, en ocasiones encontramos que algunas de ellas pueden transformarse en patológicas, debido a un desajuste en la frecuencia, intensidad, adecuación al contexto, etc. Cuando tal desajuste acontece y se mantiene un cierto tiempo, puede sobrevenir un trastorno de la salud, tanto mental (ansiedad, depresión, etc.) como física (trastornos cardiovasculares, reumatológicos, inmunológicos, musculoesqueléticos, etc.).


Los problemas musculoesqueléticos son un conjunto de lesiones y síntomas que afectan al sistema osteomuscular; músculos, tendones y nervios, estos aunados a las emociones negativas pueden producir especialmente dolor y tensión localizada con más frecuencia en cuello, hombros, espalda y extremidades superiores.


En este blog nos centraremos en describir dos de las emociones más frecuentes en esta cuarentena: ansiedad y depresión, probablemente debido al repentino cambio de patrones de ejecución como hábitos y rutinas o simplemente la detonación de emociones contenidas durante la contingencia.

Ansiedad


La ansiedad puede ser definida como una vivencia, un estado subjetivo o una experiencia interior, que se puede calificar de emoción. La ansiedad también es adaptativa y ayuda a enfrentarse a las exigencias de la vida, no solo puede aparecer como resultado directo de la apreciación de estrés, o situación estresante, sino que también puede hacerlo en fases posteriores como consecuencia del fallo del ajuste realizado, o de la posibilidad de recurrencia del acontecimiento. La relación entre la ansiedad, considerándose tanto una emoción, o como rasgo de la personalidad y el dolor crónico, ha sido puesta de manifiesto por numerosos autores, y constituye una de las respuestas psicológicas mediadoras de la experiencia de dolor más temprana y consistentemente identificada.


La ansiedad influye sobre el grado de tensión muscular de la persona y por otra parte crea un aumento de la percepción del dolor, ya que disminuye su umbral, perpetuando el impulso nociceptivo al actuar de modo reflejo sobre la zona dolorida, provocando un agravamiento del dolor y generando un círculo vicioso de dolor-ansiedad-tensión-dolor. De esta forma, la tolerancia al dolor disminuye cuando la persona se encuentra ansiosa. Como consecuencia este dolor aumenta la ansiedad y a su vez la ansiedad aumenta el dolor.


Se ha observado que el estrés físico, psicológico o el mismo dolor pueden causar frecuentes e intensas contracciones musculares que lo exacerban. En los trastornos musculoesqueléticos el aumento de la tensión muscular provoca un aumento del dolor, lo que a su vez incrementa la ansiedad y así sucesivamente.


Depresión


La depresión es una de las respuestas emocionales más frecuentes, con alta prevalencia clínica y asociada al dolor, presenta una aparición regular de síntomas de dolor en el transcurso de la sintomatología depresiva.


La depresión es un estado emocional que provoca en el organismo que predomina la inhibición psicomotriz e incita a que la persona deprimida no rinda ni psicológica, ni físicamente igual. También provoca serios desajustes en la vida de relación de las personas, predispone a enfermar y disminuye considerablemente la calidad de vida. Los pacientes deprimidos frecuentemente padecen de dolor, comúnmente dolor musculoesquelético.


No se debe desestimar el papel de las emociones negativas en la aparición, desencadenamiento o empeoramiento del dolor musculoesquelético, la identificación temprana del estrés y la incorporación de la educación sobre el manejo del estrés en la rehabilitación del dolor pueden facilitar el manejo efectivo del dolor, prevenir la transición a síntomas crónicos y depresivos, minimizar la discapacidad y mejorar la calidad de vida.


Aunque los eventos estresantes pueden ser una parte inevitable de la vida, una respuesta prolongada o exagerada al dolor o los factores estresantes no relacionados con el dolor pueden intensificar y perpetuar el dolor, la situación actual por la que atraviesa la humanidad, adaptándonos al confinamiento y preocupados por el número de contagios por COVID-19, resultan ser factores estresantes capaces de provocar estados de ansiedad o depresión, con múltiples complicaciones tales como el dolor musculoesquelético, por lo que es importante saber identificar la sintomatología, pero sobretodo una identificación temprana y atención médica, psicológica, fisioterapéutica, etc. a pesar del distanciamiento social, existen formas de recibir los tratamientos adecuados para prevenir, disminuir y tratar los efectos de las emociones negativas que se experimentan todos los días.

Referencias.

  • Pomares A, Rodríguez R, Pomares A. (2018) Emotional risk factors in patients who suffer from chronic back pain. Finlay. 8(4):310-320.

  • Hannibal, K. Bishop, M. (2014). Chronic stress, cortisol dysfunction, and pain: a psychoneuroendocrine rationale for stress management in pain rehabilitation. Physical therapy, 94(12), 1816–1825. https://doi.org/10.2522/ptj.20130597

  • Piqueras J. Ramos V. Martínez A. (2019) Emociones negativas y su impacto en la salud mental y física. Suma Psicológica. 16(2): 85-112.

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